Navacerrada es, con seguridad, uno de los lugares más conocidos de la Sierra de Guadarrama. A orillas del embalse y siendo el punto de arranque para subir al Puerto de Navacerrada, siempre es agradable el recorrer su Plaza Mayor y sus alrededores con su amplia oferta gastronómica.

Y dentro de la Plaza Mayor nos encontramos con Carande, un restaurante puesto en marcha por uno de esos cocineros que, a pesar de su juventud, tienen las ideas muy claras y cuentan con experiencia suficiente para desarrollarlas. Carlos Carande es un ejemplo de vocación, estudió Administración y Dirección de Empresas con Relaciones Internacionales, pero durante su año de Erasmus, en Viena, decidió que lo que realmente quería era convertirse en cocinero. En esta decisión tuvo mucho que ver su entorno familiar; de su padre, un gran aficionado a la gastronomía, aprendió la necesidad de visitar los grandes restaurantes para conocer la alta cocina, de su abuela y su madre sacó el gusto por los fogones y, con todo esto, se matriculó en en la escuela Cordon Bleu donde obtuvo el Gran Diploma y el reconocimiento a Mejor Alumno de su promoción.

Desde allí, pasó a hace sus prácticas en DSTAgE y, posteriormente, se incorporó a Zuberoa donde, 18 meses y 120 platos propios después, decidió emprender su propio camino y montar su restaurante en la Sierra de Guadarrama con menos de 30 años. Con Hilario Arbelaitz, a quien considera su auténtico maestro, aprendió la importancia de seleccionar los mejores productos y qué técnicas utilizar para obtener lo mejor de cada uno de ellos y eso es lo que ofrece en Carande, un restaurante donde se cuidan al máximo todos los detalles y donde se puede disfrutar de una oferta de alta cocina en sus tres ambientes: el comedor, las mesas altas de la barra y la terraza. Porque en el comedor de Carande podemos comer a la carta o pedir un menú degustación, pero también podemos disfrutar en su terraza de raciones, entrantes y preparaciones que, manteniendo el mismo nivel de calidad en cocina y producto, permiten configurar una oferta más sencilla y asequible. Y no debemos olvidar su coctelería y el servicio del vino con  una carta bien seleccionada y contenida de precio, una buena cristalería y una sumiller que sabe recomendar.

Pero, además de Carande, Navacerrada nos ofrece una amplia oferta de cocina tradicional en restaurantes como Felipe, La Parrilla de Pedro, El Portillón, Nébula o El Rumba o planes originales como La Raclette o El Portugués sin olvidar el famoso chocolate con picatostes de «Félix, el segoviano», un clásico en toda la sierra.

No lo duden, Navacerrada bien merece una visita.